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WHAT MONEY CAN BUY

Money Will Buy
A bed BUT NOT sleep.
Books BUT NOT brains.
Finery BUT NOT appetite.
A house BUT NOT a home.
Medicine BUT NOT health.
Luxuries BUT NOT culture.
Amusement BUT NOT happiness.
A crucifix BUT NOT a Saviour.
A church pew BUT NOT heaven.
What money can't buy,
Jesus Christ can give freely without charge. Is He your Lord and Savior?
If not, you can get a new lease on life right now. Confess to God that you
want to turn from your sins to receive Jesus as Lord of you life. Through
step of believing faith you can start life afresh with with your sins forgiven
and a new life in Christ.

 

Salmo 91

EL que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo á Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en él confiaré.
Y él te librará del lazo del cazador: De la peste destruidora.
Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro: Escudo y adarga es su verdad.
No tendrás temor de espanto nocturno, Ni de saeta que vuele de día;
Ni de pestilencia que ande en oscuridad, Ni de mortandad que en medio del día destruya.
Caerán á tu lado mil, Y diez mil á tu diestra: Mas á ti no llegará.
Ciertamente con tus ojos mirarás, Y verás la recompensa de los impíos.
Porque tú has puesto á Jehová, que es mi esperanza. Al Altísimo por tu habitación,
No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.
Pues que á sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevarán, Porque tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y el basilisco pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Por cuanto en mí ha puesto su voluntad, yo también lo libraré: Pondrélo en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocará, y yo le responderé: Con él estare yo en la angustia: Lo libraré, y le glorificaré.
Saciarélo de larga vida, Y mostraréle mi salud.

Psalm 91

He who dwells in the shelter of the Most High will rest in the shadow of the Almighty.
I will say of the LORD, "He is my refuge and my fortress, my God, in whom I trust."
Surely he will save you from the fowler's snare and from the deadly pestilence.
He will cover you with his feathers, and under his wings you will find refuge; his faithfulness will be your shield and rampart.
You will not fear the terror of night, nor the arrow that flies by day,
nor the pestilence that stalks in the darkness, nor the plague that destroys at midday.
A thousand may fall at your side, ten thousand at your right hand, but it will not come near you.
You will only observe with your eyes and see the punishment of the wicked.
If you make the Most High your dwelling-- even the LORD, who is my refuge--
then no harm will befall you, no disaster will come near your tent.
For he will command his angels concerning you to guard you in all your ways;
they will lift you up in their hands, so that you will not strike your foot against a stone.
You will tread upon the lion and the cobra; you will trample the great lion and the serpent.
"Because he loves me," says the LORD, "I will rescue him; I will protect him, for he acknowledges my name.
He will call upon me, and I will answer him; I will be with him in trouble, I will deliver him and honor him.
With long life will I satisfy him and show him my salvation."

Monseñor Oscar Arnulfo Romero

Las homilías de los grandes Santos Padres de la Iglesia todavía hoy llenan la oración oficial de la misma Iglesia de Jesús, particularmente en el rezo del Breviario. San Agustín, san León, san Ireneo, san Cipriano, obispos, y mártires algunos de ellos, nos han dejado en sus comentarios dominicales al Evangelio el testimonio de una palabra pastoral comprometida con la Palabra de Dios y con la vida del pueblo. Ni ha terminado la era de los Santos Padres de la Iglesia, ni ha terminado la validez de sus homilías. El pueblo de Dios sigue caminando y sigue soplando verdad y esperanza el Espíritu de Dios. Nuestra América muy particularmente puede gloriarse de grandes Santos Padres de plena actualidad. Y entre todos ellos, posiblemente, el más emblemático, monseñor Oscar Arnulfo Romero, obispo y mártir, "san Romero de América, pastor y mártir nuestro".

A lo largo de los años más duros de la guerra civil salvadoreña y bajo una auténtica dictadura militar de salvaje represión, Romero levantaba cada domingo su voz, aterciopelada, vibrante como un cuerno de jubileo, para iluminar a la luz de la Palabra el día-a-día, el sufrimiento y la esperanza, la vida y la muerte de su pueblo salvadoreño.

Difícilmente habrá habido en toda la historia de la Iglesia una expectación y una atención mayores y más multitudinarias para las homilías de un pastor. Todo El Salvador vivía pendiente, domingo tras domingo, de la homilía de Monseñor. Aquella palabra dominical, glosa del Evangelio y de la vida del pueblo, iluminaba, consolaba, fortalecía.

No era un comentario aséptico, más o menos erudito, etéreamente religioso. Era una meditación comprometida con la Palabra de Dios y con el grito del pueblo; un clamor por la justicia y la denuncia profética de la represión, de la violencia y la injusticia estructural, y al mismo tiempo una consoladora presencia de aquel pastor que hacía del "acompañamiento" su verdadera misión en esas horas dramáticas de su gente. Por la verdad profética de esas homilías, por la unción con que fueron vividas y dichas, por el aval definitivo de la sangre martirial con que fueron selladas, las homilías de monseñor Romero continúan siendo de plena actualidad.

Cuando recibí la carta que el teólogo Jon Sobrino me escribió, pidiéndome una palabra de aliento para el obispo hermano que volvía muy herido de su viaje a Europa, Romero era ya mártir. Fue entonces cuando escribí, conmocionado, mi poema al pastor salvadoreño. El poema termina diciendo, con la más incontestable convicción:"Nadie hará callar tu última homilía" Nadie puede hacer callar las homilías vivas del profeta y mártir san Romero de América. Difundirlas ahora por Internet es un deber, un servicio, una gracia. Que sigan gritando justicia, esperanza, evangelio, ahora más allá de El Salvador, y más allá de Nuestra América también, las homilías proféticas de Romero

Pedro Casaldáliga

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